Mira tus manos y mira las de la persona que tengas más cerca. ¿Son iguales? ¿Son capaces de hacer las mismas cosas? Quizá en tu caso, contestar a estas preguntas sea fácil, cinco dedos en cada mano y capaces de realizar las actividades para las que las necesitas. Pero no todas las personas pueden responder de la misma manera a estas cuestiones, simplemente porque sus capacidades son diferentes a las tuyas. Sus manos, o sus pies, o sus cerebros, o sus oídos, o sus ojos, o sus médulas o cualquier otra parte de su cuerpo son diferentes a lo que los estándares de “normalidad” marcan.
En agosto del pasado año, compartimos, Pilar y yo, un mes de experiencias con un grupo de personas, niños la mayoría, con capacidades diferentes. Fue en las escuelas de educación especial de Sololá y Panajachel, en Guatemala, a orillas del lago Atitlan.
El valor de lo diferente.
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